En numerosas ocasiones, la productividad o efectividad de la empresa no sólo se ve limitada por el equipo de trabajo que se encarga de llevar a cabo las tareas internas o externas que siguen pendientes de hacer, sino también por culpa de las personas que forman parte de dicho equipo.
Por desgracia, cada uno de nosotros se ve reflejado en los siguientes perfiles improductivos en algún momento de su vida. Como bien sabemos, los extremos no son buenos, así que en esta publicación explicaremos de qué modo podemos detectar los perfiles improductivos a evitar, y qué consejos se deberían seguir para pulirlos.
El objetivo es aprender a detectar si estamos cayendo en alguno de estos perfiles en algún momento y, en ese caso, que tengamos mecanismos para eliminar o minimizar su impacto.
Pongamos “etiquetas” para aprender a quitarlas
Perfil chapucero
¿Cómo identificarlo?
Generalmente, el perfil de chapucero destaca en las personas confiadas que van sobradas de tiempo, pero que después chocan con la realidad y ven que la hora de presentar el proyecto o la tarea ya queda a la vuelta de la esquina. Esto hace que al chapucero le entren las prisas y se presione más de la cuenta para intentar acabar el trabajo de forma prematura, lo cual da lugar a un resultado con menos calidad de la deseada (mediocre).
En algunos casos, esta falta de tiempo puede venir determinada por la mala organización de otras personas; es decir, nos han dejado poco tiempo para poder maniobrar.
Perfil perfeccionista
¿Cómo identificarlo?
El perfil perfeccionista destaca, en la mayoría de los casos, en las personas ligeramente mandonas que no están conformes ni con el mínimo pixel descuadrado de una imagen. Estas personas buscan la excelencia en todo lo que hacen, y eso no tendría por qué ser algo negativo… Aunque la verdad es muy distinta: el querer hacer cada mínima cosa a la perfección conlleva a una pérdida innecesaria de tiempo que bien se podría aprovechar en cualquier otra tarea importante.
¿Cómo solucionar caer en perfil “chapucero” y “perfeccionista”?
Los consejos son:
- No pierdas de vista este mantra: “Lo peor y lo mejor son enemigos de lo bueno.”
- Hay que mantener el nivel de eficacia; es decir, alcanzar la suficiente calidad pero sin llegar a la obsesión. La mejor forma para conseguir esto es tener claro el alcance de lo que tenemos que hacer. Normalmente las tareas van dirigidas a otra persona, ¿qué tal si defines de forma clara lo que se espera?
¡Planea bien tus tareas y el tiempo que invertirás en ellas, que haga lo mismo tu equipo, y será pan comido!
Perfil complaciente
¿Cómo identificarlo?
Las personas complacientes son, ante los ojos del resto del equipo, ángeles caídos del cielo. Incluso si están rodeados de un montón de proyectos importantes, aceptarán las tareas ajenas poco interesantes que les ofrezcan con el mero propósito de agradar a los demás. Este gesto de amabilidad tan simple conlleva a que la carga de trabajo aumente, el estrés y el agobio se apoderen de uno y, al final, se pueda caer en el perfil de chapucero.
¿Cómo solucionarlo?
¡Hay que aprender a decir “NO”! Y no sólo eso, también hay que aprender a priorizar y sopesar el valor de las tareas que nos llegan. Si no son interesantes para nuestra empresa o para el equipo, se deben rechazar sin titubear.
En el caso de no poder rechazar una tarea que nos acaban de “asignar” (por no decir encasquetar), ¿qué tal si buscas al menos el reconocimiento por ello? Esto de dará una inyección de motivación.
Perfil “adicto al riesgo”
¿Cómo identificarlo?
Este perfil improductivo es uno de los más peligrosos para las empresas. Las personas que se reflejan en él, normalmente, suelen procrastinar y dejar las tareas pendientes para el último momento porque, según ellas, “son más productivas bajo presión y la situación añade excitación a su vida laboral”. ¿Te imaginas a alguna persona de tu equipo en una circunstancia así? ¿Qué pasaría si no alcanza a cumplir el plazo por culpa de algún contratiempo inesperado?
¿Cómo solucionarlo?
Si alguien de tu entorno es un adicto al riesgo, ofrécele el riesgo anotándole más tareas que completar con un plazo más corto, es decir, tareas más acotadas.
Si eres tú quien se refleja con este perfil, ¿qué tal si aprendes a desglosar con tiempo todo lo que supone la acción que vas a realizar?
El riesgo es divertido a ratos, ¡pero ten cuidado!
Perfil laboradicto
¿Cómo identificarlo?
Las personas que presentan un perfil laboradicto son gente que adora hasta el infinito su trabajo (o que desconfían más de la cuenta en la destreza de las personas de su equipo) y, por ello, prefieren encargarse por su cuenta de todas las tareas y proyectos pendientes.
¿Quién no ha pensado alguna vez en la siguiente frase: “Si quiero que las cosas salgan a mi gusto, debo hacerlas yo mismo”? ¡Error! Abarcar tanto reduce la productividad y desciende la calidad de los resultados, por mucho que duela admitirlo.
¿Cómo solucionarlo?
La sobrecarga de trabajo no es fruto de la devoción de nadie. Prioriza y aprende a delegar tareas cuando te sientas hasta el cuello, y confía en que tu equipo sabrá hacerlas tan bien como tú.
En caso de que te hayas identificado con algunos de estos perfiles mencionados y no sepas verdaderamente qué pasos seguir para dejar atrás tales comportamientos improductivos, en La Fábrica del Tiempo ofrecemos tenemos un servicio perfecto para ti: Mentoring sobre Planificación y Gestión de tareas para diseñar tu propio EDTP Entorno de Trabajo Productivo®.
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